Las instituciones europeas tiene muy presente en su agenda las emisiones contaminantes producidas por el transporte rodado y tiene como objetivo conseguir que los vehículos expulsen el mínimo posible de sustancias contaminantes y, por supuesto, que las mismas se limiten a las establecidas por normativa.
Entre sus consecuencias, la obligación de revisar la ECU del automóvil vía OBD de todo vehículo que cumpla con las normativas Euro 5 y Euro 6 anticontaminación y acuda a la ITV.
Qué es el OBD y por qué se examina en la ITV
El OBD o sistema de diagnóstico a bordo (On Board Diagnostics, por sus siglas en ingés) es el encargado de establecer comunicación con la ECU (Eletronic Control Engine) del vehículo que controla todos los sensores del mismo y, además, es capaz de informar de la avería cuando se conecta una máquina de diagnóstico en un taller o directamente puedes utilizar WavyDrive y con un sólo clic comprobar los errores internos que tiene tu coche antes de llevarlo a la ITV.
Lo que se pretende conectando el OBD a la máquina de diagnosis en las ITV es reconocer el volumen de emisiones que nuestro vehículo está expulsando a la atmósfera. De esta manera, se controla que el fabricante no haga trampas antes de lanzar el vehículo al mercado o que el vehículo haya sido manipulado.
Existen dos motivos principales para manipular un vehículo con relación a las emisiones contaminantes. Uno de ellos es intentar sacar un mayor rendimiento al motor, en detrimento del medio ambiente, pues una de las consecuencias más habituales es una mayor contaminación.
El otro motivo para manipular los mensajes que lanza el OBD es ocultar que éste ha alertado de un error mecánico. En el caso de las emisiones contaminantes suele estar relacionado con un colapso en el filtro antipartículas.
Sin embargo, las estaciones de la ITV pueden comprobar si el testigo de motor no se enciende y, por el contrario, debería avisar de un fallo o que haya algún aviso borrado menos de una hora antes de pasar por la máquina de diagnosis o habiendo recorrido menos de un kilómetro, eliminando las posibilidades de trampear las pruebas justo antes de pasar por las manos de los técnicos.
En resumidas cuentas, si nuestro coche ha llevado el mantenimiento habitual y no ha dado ningún tipo de avería, acudir a la ITV debería ser mera rutina, se conecte o no una máquina de diagnosis al OBD de nuestro coche. Y, además, en caso de que el resultado muestre un valor excesivamente alto, también podremos descubrir un fallo oculto en nuestro vehículo que debe ser revisado.