¿Qué pasa si se me rompe la correa de distribución del coche?
La correa de distribución es de caucho y además de tener refuerzos metálicos en su construcción, también está reforzada con polímeros. Son correas gruesas y muy duraderas. Y no es para menos, ya que giran millones de veces a velocidades diabólicas, impulsadas por un conjunto de poleas y engranajes. No solo tienen que soportar altas tensiones, sino que también tienen que soportar las altas temperaturas creadas por el propio funcionamiento del motor y la fricción que experimenta. Como explicamos en un artículo en profundidad, es una pieza de desgaste que debe ser reemplazada cada pocos kilómetros.
Algunas correas tienen un intervalo de mantenimiento de 40 000 kilómetros (en automóviles más antiguos), mientras que otras suelen durar 100 000 o 120 000 kilómetros. Las correas de los automóviles modernos están empapadas de aceite y deben reemplazarse cada 200 000 kilómetros o más.
Lo más normal es que su duración ronde los 100.000 kilómetros, y lo cierto es que su reemplazo no suele ser una operación asequible. Aunque su coste no es alto, suelen acarrear una importante factura en mano de obra, además del cambio de la bomba de agua. La factura puede superar los 500 euros sin ningún problema.
En algunos coches puede resultar más caro si es necesario desmontar muchos elementos mecánicos para utilizarlo. Reemplazar una correa de distribución es un poco como cambiar un neumático en un automóvil. Si no lo reemplaza a tiempo, el automóvil seguirá funcionando, pero el día que falle, y sus materiales no superen los límites de la física, tendrá serios problemas. Una correa de distribución que excede el intervalo de reemplazo recomendado puede romperse y, si lo hace, se pierde la sincronización entre los pistones y las válvulas, lo que permite que el motor se alimente y respire.La correa de distribución se asegura de que el baile de pistones y válvulas sea el correcto. Como en un buen baile de salón, los bailarines no pueden pisarse.
¿Qué pasará en esta situación? depende. Si su automóvil es más antiguo, es posible que tenga suerte de tener un motor sin distracciones. Esto significa que el pistón en su posición más alta no ocupa espacio para la válvula. Es decir, no toca ninguna válvula, incluso si están completamente abiertas, en su punto muerto superior.
El problema es que a partir de unos años por esta parte interfieren prácticamente todos los motores. No solo por el aprovechamiento del espacio, sino también por la configuración de sus sistemas de inyección y por otras razones técnicas. En los motores de interferencia, el pistón ocupa el mismo espacio en la cámara de combustión que las válvulas cuando están abiertas. La sincronización de los pistones y árboles de levas, controlada por la correa de distribución, evita que el pistón golpee las válvulas cuando están abiertas, ya que el pistón se encuentra en una fase diferente del ciclo de combustión en ese momento.
Si tiene un motor silencioso, no sufrirá ningún daño si la correa de distribución se rompe, pero la mayoría de los motores modernos son motores silenciosos.
Señales que indican que la correa de distribución está rota o a punto de romperse.
Primer síntoma: ruidos acompasados
La primera señal de que el cinturón empieza a romperse es un golpe en el motor, una especie de tic-tac que se repite rítmicamente. Este tipo de ruido también puede significar otra cosa, como B. Falta de lubricación en el actuador o baja presión de aceite, pero en todos estos casos se recomienda contactar con el taller lo antes posible.
Segundo síntoma: el motor no arranca
Si la correa se ha roto justo al parar, o incluso cuando estás aparcado, quizá no te hayas dado cuenta. En ese caso lo descubrirás enseguida, porque un motor con la correa rota, no arranca.
Tercer síntoma: fallos en el propulsor
Como hemos visto, si la correa se rompe o se suelta los cilindros no realizan la combustión en el momento adecuado. Notaremos problemas con la ignición y la propulsión del coche. Hay que parar inmediatamente para no dañar aún más el motor.
Cuarto síntoma: fugas de aceite
Si hay una fuga de aceite en el motor es bastante probable que afecte a la correa, degastándola antes de tiempo. La cubierta está asegurada mediante tuercas y tornillos, pero pueden aflojarse con el paso del tiempo. También es posible que la junta entre el propulsor y la correa pierda holgura, que haya fisuras o que no esté bien montada.