El coche, compañero de vida y medio de transporte, genera en ti una sensación de pánico cada vez que escuchas el mínimo ruido o sientes un comportamiento diferente… por la factura del taller.
No te eches las manos a la cabeza (aún): estas son las averías más caras, para que no te pillen desprevenido y sepas cuándo rascarte el bolsillo.
La correa de distribución
Esta ya la sabías, y quizá no porque se haya roto, sino porque tocaba cambiarla y la factura te ha dejado como si estuvieras a final de mes. La razón de esta avería suele ser por desgaste, y por no cumplir con los plazos, así que presta atención a las indicaciones del fabricante de tu coche.
Lo principal es que revises el manual de tu vehículo, este te indicará cuándo debes cambiarla. No obstante, un truco para llevar el coche a revisar antes de que se produzca la avería, es observar si el coche vibra mientras conduces o arranca con dificultad… ¡precaución, amigo conductor! La correa puede estar agrietada, poco tensa o la goma desgastada.
El precio de reparación es elevado y depende del tipo de motor y de si deben cambiarse otras piezas, como la bomba de agua o los rodillos. Sea como sea, prepara la cartera.
La junta de culata
Esta es una pieza esencial en un motor térmico de combustión por el que pasa el aceite y el agua de manera constante. Cuando nuestro coche se queda sin líquido refrigerante, el motor sigue funcionando, se sobrecalienta averiando la culata y… ¡horror!
Por ello es muy importante escuchar y prestar atención al lenguaje de nuestro coche. Si ves que sale humo blanco de forma constante por el tubo de escape puede ser indicativo de esta avería.
¿Por qué es una de las averías más caras? Sencillo. Cuando toca sustituir la junta de culata, es necesario cambiar todos los elementos que la componen. El precio final depende del coche, aunque en todos los casos el tiempo de reparación es largo y la avería presenta su dificultad.
El turbo
Esta pieza se acciona por los gases de escape del motor de nuestro coche. Cuando el compresor que lo compone adquiere el aire, como su nombre indica, lo comprime para devolverlo al motor con mayor presión.
Cuando tenemos por hábito conducir con el motor muy revolucionado esta puede ser una causa de una avería en el turbo. Aunque no solo es cuestión de cómo conduzcamos, puede deberse a un fallo de fábrica, exceso de temperatura o aceites y filtros de dudosa calidad.
No obstante, observa y escucha tu vehículo. Si notas que el coche tiene un rendimiento inferior, consume más aceite del habitual, percibes pequeños tirones o escuchas ruidos bajo el capó date una vuelta por el taller.
Diagnóstico: avería del turbo igual a apretarse el cinturón, que vienen curvas.
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